“Es que en mi época no había matoneo” nos dice un papá en una consultoría. “No, lo que pasa es que antes no le daban tanta importancia, pero siempre ha existido”, interviene la mamá. ¿Cuál de los dos tiene la razón?

El bullying sólo es matoneo si cumple con los siguientes cuatro elementos:

  1. Es sistemático: No es un incidente de un día, ocurre con determinada frecuencia.
  2. Es intencional: No es un accidente, es deliberado y planeado.
  3. Hay un desbalance de poder: El victimario es más fuerte, física o emocionalmente que la víctima.
  4. Hay tres partes involucradas en el acoso: la víctima, el victimario, y los observadores.

A pesar de los efectos que producen en la víctima, la palabra “bullying” hoy en día se ha vuelto coloquial. Es normal ver a un niño quejándose ante el profesor: “¡Juan me está bullyneando, no me quiere dar el borrador!” Si esto es una situación que ocurre una vez, y no sistemáticamente, automáticamente deja de clasificarse como bullying, o matoneo.

La verdad, es que el matoneo siempre ha existido, pero debido a varios factores, posiblemente entre esos la estigmatización de los géneros hace unas décadas, se percibía como un comportamiento frecuente, y por lo tanto, normal. Los hombres debían ser machos, y por eso, si había agresión física entre ellos, no se le daba mucha importancia. Por supuesto, hay una diferencia entre el tipo de matoneo que realizan los hombres y las mujeres. En los hombres, tiende a ser mayor la agresión física, y en mujeres, la agresión verbal.

Además de estos tipos, que son los más generalizados, existe el ciberbullying, en donde la agresión se hace por medio de los dispositivos digitales, como computadores, tabletas o celulares. En Colombia, la línea Te Protejo de RedPapaz, recibe aproximadamente 50 denuncias por mes de acoso a personas de todas las edades. A nivel mundial, entre un 10%-15% de niños en edad escolar son víctimas de algún tipo de matoneo, por lo menos dos veces al mes.

Un estudio realizado por Enrique Chaux y sus colaboradores (2005) del departamento de psicología de la Universidad de los Andes, encontró que en Colombia había varios factores relacionados con el matoneo. Estos eran: una alta población masculina en el colegio, menores niveles de empatía en los estudiantes, familias más autoritarias y violentas, altos niveles de violencia en la comunidad, mejores condiciones socio-económicas,  y mayores creencias a favor de la agresión.

En este mismo estudio, los investigadores encontraron que, en Colombia, en el 2005, el nivel de matoneo físico era mayor en colegios masculinos, seguidos por colegios mixtos, y el menor nivel de matoneo se encontraba en colegios femeninos.

¿Cómo nace un matón?

Al mencionar el matoneo, muchos padres de familia se imaginan con terror a su hijo como víctima. Sin embargo, existe la posibilidad de que su hijo sea el matón. Ser víctima está relacionado con una falta de asertividad, así como ser victimario está relacionado con una falta de empatía, y con una falta de supervisión parental, o violencia intrafamiliar.

Algunos colegios ofrecen cursos para capacitar a los padres frente al tema del matoneo; sin embargo, se ha encontrado que los padres que más necesitan este apoyo, con frecuencia no asisten a los talleres. Es por esto que en algunos lugares del mundo, se han implementado visitas domésticas, las cuales han sido claves para mejorar la colaboración entre la casa y el colegio en la disminución del matoneo.

“Porque te quiero te aporreo”

Las víctimas del matoneo sufren de ansiedad y depresión, y tienden a estar desconectados de su contexto escolar, a tal punto que puede llevarlos a abandonar el colegio. En estudios realizados en varios países de latinoamérica, se ha ligado el matoneo a un menor nivel de comprensión lectora y habilidades matemáticas. A su vez, los victimarios tienen una gran probabilidad de involucrarse en carreras criminales.

Resolución de conflictos para disminuir el matoneo

Los colegios, además de estar obligados por ley a establecer políticas antibullying a partir de la ley 1620 de 2013, pueden generar ambientes que favorezcan el desarrollo personal de los estudiantes. Estos son ambientes donde no se tolere el matoneo, y donde se fortalezcan las habilidades emocionales de los estudiantes.

El matoneo en colegios de Colombia tiende a ser mayor en instituciones donde los estudiantes tienen menores niveles de empatía, peor manejo de la ira, y poca confianza. Por otro lado, se encontró que el matoneo era mayor en colegios urbanos que en colegios rurales. Contrario a lo esperado, el matoneo es mayor en colegios privados que públicos. Esto se puede deber a la inequidad entre las familias del colegio; al haber diversidad en términos socioeconómicos, se genera un desbalance de poder, el ambiente perfecto para víctimas y victimarios.

Esto no significa que la diversidad no debe ser favorecida; estudios muestran que cuando hay por lo menos un 33% de la población homogénea, las personas se sienten más cómodas con la diversidad,  y tiende a disminuirse la brecha, favoreciendo la aceptación entre ambas partes.

Fortalecer al observador

Una de las estrategias que han tomado algunos colegios como el Clermont, con su programa PAMI (Prevención de Actos de Maltrato e Intimidación) ha sido fortalecer a los observadores del matoneo. Esto ha resultado muy eficiente ya que los matones, al no tener el apoyo de sus pares, sienten menos ganas de realizar el acto de agresión.

Otros colegios se han enfocado en desarrollar competencias cognitivas y socio-emocionales en todos los estudiantes, para aumentar la empatía y reconocer comportamientos inadecuados. Este es el concepto de Aulas en Paz. Sin embargo, esto se puede lograr por otros medios, tales como la Disciplina Positiva, implementado en colegios como The English School o el Colegio Helvetia, por la Disciplina a Conciencia, implementada por el Colegio Nueva Granada, o Choice Theory, implementada por el Colegio Rochester.

Sin importar el modelo que decidan elegir los colegios, lo clave es enseñar a pensar críticamente, para retar las ideas preconcebidas sobre la agresión.

Estudiantes mediadores en el conflicto

Otra de las estrategias implementadas por colegios como Los Nogales o La Montaña es formar a estudiantes como mediadores para conflictos entre pares. En estos colegios, los estudiantes mayores se capacitan, para poder ayudar a estudiantes más pequeños a resolver sus conflictos de una manera asertiva, sin usar la agresión. Este modelo tiene muchos beneficios; integra a estudiantes de diferentes cursos, previene el desbalance de poder de grandes a pequeños que podría llevar al matoneo, y les da herramientas a los estudiantes para manejar sus emociones y resolver conflictos de manera asertiva.

Los padres (y la casa) como ejemplo

Los casos de matoneo en Colombia son mayores en hogares con familias menos democráticas, que viven en barrios más violentos, y cuando hay una mayor inequidad socio-económica. Los papás juegan un rol muy grande al momento de educar a sus hijos para la paz, en comportamientos cotidianos.

Muchas veces somos modelos ante nuestros hijos cuando lo hacemos premeditadamente; desafortunadamente, esto no siempre ocurre. En ocasiones, como lo mencionó el columnista de Semana, Mauricio Arroyabe, somos muy críticos en las redes sociales y olvidamos ponernos en los zapatos del otro; es fácil criticar a las personas que dicen “Usted no sabe quien soy yo”. En estas situaciones, hacemos juicios de valor, podemos llegar a ser menos democráticos, y es ahí cuando no estamos educando para la paz.