Causalidad: un concepto que debemos aprender en el colegio

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¿Cuál es la causa inmediata del calor que está haciendo en Bogotá este año? En las redes sociales, de repente todo el mundo se volvió ambientalista: ahora quieren bañarse por diez segundos, desconectar todos los aparatos electrónicos, y sembrar árboles, porque creen que calor equivale a Calentamiento Global. Este es un error en la comprensión del concepto de causalidad: la causa principal no es el calentamiento global, sino el fenómeno del Niño, que ocurre cada cuatro años. ¿Por qué, entonces, la mayoría de las personas relacionan al calor con el calentamiento global? La respuesta es sencilla: porque el calor es algo que podemos ver, sentir, y por ende asociar con un concepto más abstracto como el calentamiento global, mientras que el Niño es un cambio en el movimiento de corrientes de aire, que no podemos percibir.

Este error es muy común, y se puede deber a que, durante el aprendizaje, los procesos de causalidad se simplifican excesivamente. Es decir, tienden a reducirse a “una causa por cada efecto”, de manera lineal y causada por un agente visible. Así, al crecer, para el aprendiz va a ser más difícil comprender procesos más complejos, o trasladar su comprensión de causalidad a situaciones globales con diversas causas, como la guerra en Siria, el proceso de Paz o la ola de “comunismo moderno” en países de Latinoamérica.

Más aún, estudios sobre la forma como aprendemos han demostrado que “la dificultad para transferir conocimiento apropiado puede atribuirse a factores cognitivos como automatización, codificación, y procesos metacognitivos  y regulatorios (Schneider & Pressley, 1989) así como factores motivacionales y contextuales (Garner,1990).” Es decir, si no hay un vínculo emocional con el concepto que se está estudiando, es posible que no se adquiera una comprensión adecuada.

Por otro lado, si los estudiantes tienen un conocimiento previo del tema, es posible que tengan sesgos que sean difíciles de cambiar (Pintrich, Marx & Boyle). Es decir, si tienen algunos conocimientos básicos de los fenómenos causales que están observando, pueden cometer errores como los siguientes:

  1. Creer que la causalidad es lineal: En otras palabra, que la magnitud del efecto está directamente relacionada con la magnitud de la causa. Por ejemplo, si lanzo una bola de bolos con mas fuerza, más bolos se caerán. Sin embargo, acá no se están considerando otros elementos que determinan cuántos bolos se caerán, como la fricción, el peso de la bola, o la dirección del lanzamiento.
  2. Creer que la causalidad es directa: Por lo general se asocia una causa con un efecto. Sin embargo, puede haber causas intermedias que lleven a un efecto. Por ejemplo, pensar que las plantas sólo son importantes para los vegetarianos; sin embargo, si se desaparecen las plantas, los animales que se alimentan de ellas desaparecerían, afectando a los carnívoros.
  3. Creer que la causalidad es  unidireccional: Es asumir que una causa sólo es una causa, y un efecto sólo es un efecto. Sin embargo, causa y efecto pueden estar relacionados: por ejemplo, a mayor nivel de sedentarismo, mayor grasa corporal, y vice-versa.
  4. Creer que la causalidad es secuencial: Suponer que las causas ocurren en un orden, y no simultáneamente. Esto rara vez es verdad en los seres humanos, puesto que no somos organismos aislados, y hay muchos factores que intervienen en los procesos físicos y cognitivos.
  5. Creer que la causalidad es obvia: Es confiar en nuestros sentidos para explicar causa y efecto. Muchas veces, los fenómenos ocurren por causas que no podemos percibir. Por ejemplo, algunas abejas polinizan plantas gracias a las guías que tienen las flores, que solo se ven bajo luz ultravioleta. Confiar en nuestros sentidos para explicar causa y efecto puede incluso llevar a situaciones cómicas y vergonzosas como en el caso del rapero BoB quien afirma, sin sonrojarse, que la tierra es plana porque se ve plana.
  6. Creer que son agentes activos los que generan un efecto: Es atribuir voluntad a objetos inanimados, por ejemplo, al ver cómo funcionan los imanes, dicen que “se atraen”, cuando en realidad es un fenómeno de cargas eléctricas opuestas que generan campos magnéticos.
  7. Creer que la causalidad está basada en eventos: Es solo considerar como causa o efecto eventos muy notables, como los terremotos, y no considerar, por ejemplo, que las placas tectónicas están en movimiento todo el tiempo, no solo durante lo terremotos.
  8. Creer que la causalidad es es determinista: En la Historia, muchos estudiantes piensan que los eventos que ocurrieron en el pasado estaban “destinados a ser”: les cuesta ver las causas que llevaron a esos eventos (Waring, 2010). En este sentido, la cronología es clave para poder conectar los eventos.
  9. Creer que la causalidad es local: Es solo ser consciente de los eventos que uno experimenta, ya sea en términos de tiempo o espacio. Por ejemplo, pensar que el calentamiento global se debe al comportamiento humano en la actualidad y no contemplar que las causas inician en la revolución industrial.
  10. Creer que la causalidad es centralizada: Es asumir que un agente central determina las acciones de los demás, cuando en realidad hay varios agentes trabajando de manera independiente para lograr un mismo objetivo. Por ejemplo, pensar que la abeja reina dirige la actividad en un panal, cuando en la realidad el comportamiento y las interacciones de muchas abejas resultan en un sistema organizado.
¿Por qué enseñar causalidad?

Comprender la causalidad, y saber diferenciar entre diferentes tipos de causalidad es una habilidad clave para cualquier profesión. En las ciencias naturales, es vital para poder comprender los procesos biológicos, físicos o químicos que están ocurriendo. En las ingenierías, para darle a estos procesos un uso práctico. En las humanidades, para comprender nuestra historia y no estar condenados a repetirla.

Estudios realizados por McCormick (2003), encontraron que estudiantes de quinto de primaria, en Estados Unidos, tenían gran dificultad para comprender estructuras textuales en las cuales se hablaba de causalidad. McCormick sugiere que esto se puede deber a las habilidades complejas que se requieren para estas tareas (hacer inferencias, organizar una secuencia, predecir). Es decir, es la responsabilidad de profesores y padres llevar a los estudiantes a un mayor nivel de comprensión, para poder establecer diferencias entre los diferentes tipos de causalidad.

Tina Gozner, de la escuela de posgrado en educación de la universidad de Harvard, dirige un grupo de estudio sobre el estudio de la causalidad, y diseña estrategias para enseñar patrones causales en las ciencias. Ella dice que enseñar causalidad está relacionado con tener un pensamiento sistémico. Este pensamiento es clave para vivir en un mundo sobrepoblado, en donde tiene mucho sentido enseñarle a los futuros adultos la forma como se relacionan los factores dentro de los ecosistemas, con el fin de poder utilizar de mejor manera unos recursos finitos. En su modelo, Gozner plantea enseñarles a los estudiantes sobre seis tipos de causalidad, para contrarrestar algunas suposiciones que tienen los estudiantes cuando piensan en causa y efecto.

Waring, un historiador interesado en la importancia de la causalidad en las ciencias sociales, menciona que un día entró a una clase, y se asombró cuando todos los estudiantes ante una pregunta tan difícil como “¿Cuáles fueron las causas de la Segunda Guerra Mundial?”, respondieron de manera excesivamente simplificada y unánime, diciendo que fue el prejuicio de los Nazis hacia los judíos. Es de vital importancia enseñarles a los niños a ver que puede haber múltiples causas, tanto directas, como el prejuicio los Nazis, como indirectas.

¿Qué tipo de colegios enseñan causalidad?

Aunque diversas pedagogías pueden enseñar causalidad, tales como el método Montessori, los colegios con aprendizaje basado en proyectos, o los colegios constructivistas, hoy nos centraremos en los colegios IB, que enseñan PEP o PAI. Estos modelos enseñan causalidad de manera explícita dentro del currículo, ya que se centran en 7 conceptos: forma, función, causa, cambio, conexión, perspectiva, responsabilidad, reflexión. A continuación les dejamos una lista de colegios en Bogotá que enseñan el Programa de Escuela Primaria (PEP) o el Programa de Años Intermedios (PAI):

Colegio Programa de Escuela Primaria Programa de Años Intermedios
Colegio Bilingüe Buckingham
CIEDI
The Victoria School
Colegio Anglo Colombiano
Gimnasio Los Portales
Gimnasio Los Cerezos
Gimnasio del Norte  √
Knightsbridge Schools International
Colegio Tilatá
¿Cómo enseñar causalidad?

Goldman y Rakestraw (2000) encontraron que darle a los estudiantes estrategias de andamiaje que los lleven del pensamiento concreto al abstracto facilita su comprensión de la causalidad. Algunos ejemplos de estas estrategias de andamiaje son el uso de palabras clave, hacerles preguntas genéricas de causa y efecto, utilizar organizadores gráficos (ver imagen a continuación) y dar instrucciones explícitas.

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En los niños de edad preescolar, la causalidad es natural para ellos, cuando son ellos mismos quienes son los agentes. Es por eso que en los colegios constructivistas es fácil trabajar la causalidad, ya que cuando los estudiantes exploran por su cuenta, es más probable que recuerden lo aprendido. De hecho, los investigadores Sobel y Sommerville, quienes hicieron un estudio con niños de cuatro años para determinar bajo qué condiciones aprendían más de causalidad, descubrieron que aprendían más rápido cuando les permitían explorar los juguetes, en vez de mostrarles como funcionaban.

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En defensa de “Ser Pilo Paga”

Ser Pilo Paga
serpilopaga
La ministra de Educación Gina Parody con un grupo de becarios del programa. Fuente: http://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/articles-353810_recurso_1.jpg

El programa “Ser Pilo Paga” del Ministerio de Educación Nacional cumple un año desde su implementación en 2015. En su primer año permitió a 10.080 estudiantes de bajos recursos económicos acceder a las mejores universidades públicas y privadas del país. En 2016 esta cifra se elevó a 12.505, para un total de 22.585 jóvenes becados por el gobierno nacional. Al comienzo catalogado como “revolución educativa”, junto con la segunda cohorte de jóvenes becados han aparecido varias críticas. Por ejemplo, la revista Semana, que lo destacó en su portada de enero de 2015, recientemente publicó un artículo de Julián de Zubiría quien resume varios de los principales reparos que, en otros medios, se le han hecho a Ser Pilo Paga. En Éccole! creemos que es muy positivo que el programa genere discusión y que la coyuntura nos obligue a reflexionar acerca del acceso a la educación superior de calidad. Así, en la entrada de esta semana aprovechamos para aportar nuestro grano de arena a la discusión sobre el alcance de “Ser Pilo Paga”.

Muchas de las objeciones que destaca De Zubiría en su artículo, fueron publicadas hace unos meses por el diario El Espectador, en el texto titulado “Los alcances de ser pilo paga son excesivamente limitados”, firmado por los investigadores María Patricia Asmar y Victor Manuel Gómez, ambos de la Universidad Nacional. Es nuestro propósito revisar algunos de los argumentos expuestos en este artículo y aportar datos que contribuyan a dar contexto a algunas de las afirmaciones allí reunidas.

Así, la idea no es polemizar sino aportar a la discusión y al análisis de las virtudes y defectos de la iniciativa de becas para los “pilos” de Colombia. De hecho, y con esto comienza nuestra defensa del programa, es evidente que el tema de la educación superior de calidad para los más pobres del país está sobre la mesa y “en boga” gracias a la iniciativa de las becas, y por ello muchos nos encontramos reflexionando acerca de este asunto crucial para superar el subdesarrollo.  Es en este contexto que nos propusimos reseñar las principales críticas que han aparecido en los medios y aportar algunos datos que den algo más de perspectiva sobre la realidad de Ser Pilo Paga. Todos los datos provienen de bases de datos públicas: la del SNIES (Sistema Nacional de Información de Educación Superior), las del ICFES (en particular de la base de datos de SABER PRO) y algunas estadísticas publicadas por la Universidad Nacional de Colombia.

¿Propaganda oficial y demagogia?

“De acuerdo con cifras del ICFES (2009), el 35% de los bachilleres pertenecen al estrato 1, el 38% al estrato 2 y el 20% al estrato 3.  En términos reales estamos hablando de una cifra cercana a los 482.000 jóvenes graduados por año pertenecientes a estos estratos. En este universo, qué representan 10.000 becas al año que tanto ha divulgado el MEN?”  (Asmar y Gómez)

Los porcentajes para 2013 y 2014 según los datos del ICFES son algo peores que los mencionados en la cita: 40% de los bachilleres son del estrato 1, 35% del estrato 2 y 18% del estrato 3, lo cual representa cerca de unos 530.000 estudiantes graduados de estos tres estratos por año. Definitivamente 10.000 becas son una gota de agua en este océano, pero, ¿acaso es válido cuestionar la efectividad del programa comparando su dimensión con el total anual de nuevos bachilleres de estratos 1, 2 y 3? Más aun, ¿no se debería empezar por establecer el número de bachilleres de los estratos 1,2 y 3 que logran ingresar a universidades de alta calidad? ¿A las universidades acreditadas?

En primer lugar la adjudicación de las becas no depende del estrato de los estudiantes sino del nivel SISBEN en el que han sido clasificadas sus familias. Acerca de esto hay gran confusión en los artículos que critican al programa. Vivir en un hogar que paga servicios de estrato 1 no es igual a ser clasificado en el nivel 1 del SISBEN. De hecho, los niveles del SISBEN no son absolutos ya que cada programa de asistencia social del gobierno determina los puntajes necesarios para acceder a los beneficios o subsidios. En el caso de Ser Pilo Paga los puntajes máximos para ser elegible a las becas son 57.21 puntos para las 14 ciudades principales, 56.32 para las demás zonas urbanas y 40.75 para las zonas rurales.

Poner a Ser Pilo Paga en contexto exige, en rigor, preguntarse cuántos de los bachilleres del país están clasificados en cada nivel del SISBEN. Según los datos del ICFES, en 2014 se graduaron 565.000 bachilleres en el país, de los cuáles 45% estaban clasificados en el nivel 1 del SISBEN, 22% en el nivel 2, 4% en el nivel 3, menos del 1% en otros niveles y 28% no estaba clasificado por el SISBEN. Es importante aclarar que los no clasificados son los que no han solicitado ser encuestados por el SISBEN y por ende, los que no requieren acceder a los programas de subsidios del estado.

Las siguientes gráficas permiten ver que la distribución según niveles del SISBEN de los graduandos de las universidades colombianas es bastante diferente a la distribución por estratos. Además, en la distribución según nivel del SISBEN se observa que, de los estudiantes que presentan Saber Pro al graduarse de la universidad, solo el 40% son de Sisben 1 ó 2:

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Distribuciones de estudiantes que presentaron Saber Pro entre 2012 y 2014. Porcentajes calculados usando la información de estratos socioeconómicos y nivel SISBEN de las bases de datos del ICFES.

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La segunda gráfica ilustra la dramática realidad del acceso a la educación superior en Colombia. Más de la mitad de los graduandos de universidades en Colombia hacen parte de la población no clasificada por el SISBEN (los más privilegiados). De los niveles 1 y 2,  solo presentaron las pruebas Saber Pro en promedio 97.000 estudiantes por año como lo muestra la siguiente tabla:

Tabla 1: Total de estudiantes de Sisben 1 y 2 que presentan Saber Pro  en las universidades colombianas

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Año Universidades Públicas Acreditadas Otras Universidades (*) Total  Sisben 1 y 2
2012 14.500 93.489 107.989
2013 14.792 79.394 94.186
2014 14.125 74.683 88.808
TOTAL 43.417 247.566 290.983

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(*)Otras universidades: Públicas no acreditadas, privadas acreditadas y no acreditadas, militares y tecnológicas.

Es notorio el reducido número de estudiantes de SISBEN 1 y 2 que culminan sus carreras en universidades públicas acreditadas. Podríamos replicar la retórica del artículo de Asmar y Gómez y preguntarnos: ¿qué representan 14.500 graduados de universidades acreditadas ante un universo de más de 430.000 bachilleres de SISBEN 1 y 2 que cada año culminan sus estudios en los colegios colombianos?

La cifra de graduados de las universidades públicas acreditadas fue calculada cruzando la base de datos de Saber Pro con la lista de universidades y sedes acreditadas, publicada por el Ministerio de Educación en la página oficial  de Ser Pilo Paga en su segunda versión. También hay que tener en cuenta que ese cálculo, de hecho, es un poco inflado pues incluimos las universidades públicas que obtuvieron su acreditación en 2015 y 2016. Es decir, los estudiantes que se graduaron de estas entre 2012 y 2014 no se graduaron de una universidad acreditada. Si solo consideramos las universidades que estaban acreditadas en esos años, las cifras de graduandos de SISBEN 1 y 2 son mucho menores: 8.959, 11.209 y 10.608 en 2012, 2013 y 2014 respectivamente.

Por último, no hay que olvidar que estas cifras corresponden a los estudiantes que presentaron las pruebas Saber Pro, y esta no coincide exactamente con el número de estudiantes graduados. La cifra de estudiantes graduados es considerablemente menor. Por ejemplo en el año 2014, en la Universidad Nacional sede Bogotá, 3.413 estudiantes presentaron el examen de estado pero solo se graduaron 2.430 (Fuente: Dirección Nacional de Planeación y Estadística de la Universidad Nacional).

El aporte de Ser Pilo Paga no es insignificante. El número de estudiantes becados es equivalente al número de estudiantes que se gradúan de las universidades públicas acreditadas. El programa facilita el acceso a la educación superior de calidad a los estudiantes más pobres del país y prácticamente dobla el número de estudiantes de SISBEN 1 y 2 que logran estudiar en universidades acreditadas. Este es el punto más importante. Los estudiantes cuyas familias están clasificadas en los niveles 1 y 2 del SISBEN hacen parte de la población más pobre del país, la más vulnerable y aquella para la cual estudiar en universidades como la Nacional, Antioquia o Valle es un privilegio difícil de alcanzar, no solo por los obstáculos académicos sino principalmente por los obstáculos económicos.

Mudarse a otra ciudad, pagar útiles, libros, matrícula (así sea simbólica) y manutención está por fuera del alcance de la mayoría de estas familias. Si bien es cierto que “Ningún padre de escasos recursos enviaría a sus hijos a la universidad privada si en la zona en la que vive existen universidades públicas de calidad”. (De Zubiría), también es cierto que las universidades públicas regionales del país no ofrecen una calidad siquiera comparable con las universidades acreditadas públicas o privadas. Lo demuestran sus resultados en Saber Pro, los rankings nacionales e internacionales. Por lo pronto estamos de acuerdo con Roberto Zarama, el arquitecto de Ser Pilo Paga, cuando afirma:

“¿Cómo pensar que es mejor decirles a los 20 niños que vinieron del Chocó que se queden allá en la Tecnológica del Chocó, pudiendo ir a una institución de mejor calidad?”. (Zarama)

Las universidades públicas acreditadas, sumadas, presentan menos de 15.000 estudiantes de SISBEN 1 y 2 por año a Saber Pro

Las siguientes gráficas muestran la distribución según nivel del SISBEN de los estudiantes que presentaron Saber Pro entre 2012 y 2014. El tamaño de la muestra sugiere que este es un buen retrato de la población de las universidades, tanto de las privadas como de las públicas.

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Entre las privadas encontramos porcentajes que no sorprenden: no están clasificados por el SISBEN 96% de los estudiantes de los Andes, 92% de la Javeriana, y en general las privadas acreditadas muestran poblaciones donde la gran mayoría de estudiantes no son de SISBEN 1 y 2. Entre las públicas acreditadas sorprende que la calidad de la universidad es inversamente proporcional al porcentaje de estudiantes de SISBEN 1 y 2. Por ejemplo en la Universidad Nacional de Bogotá, solo el 21% corresponden a esos niveles mientras que el 68% no está clasificado. Por otro lado en la Universidad de Cartagena el 70% de los estudiantes corresponden al primer y segundo nivel del SISBEN, siendo esta la universidad pública con más alto porcentaje de estudiantes de estos niveles del SISBEN.

Ante esta realidad, la afirmación de Zarama cobra un nuevo significado, pues de todas las públicas acreditadas es la Universidad de Cartagena la que muestra los problemas más similares a las que aquejan a las públicas regionales. Por ejemplo, en 2015 Catalina Ruiz denunciaba en El Heraldo que la universidad no tiene “ni el equipo docente, ni materiales para trabajar, ni nada que les permita estudiar”  y que además vive aquejada por problemas de corrupción y clientelismo. En 2013 se calculaba que por cuenta de la corrupción la universidad había tenido perdidas por quince mil millones de pesos y el saqueo descarado llegó al punto de facturar  bombillos de 1´900.000 pesos. Hay que preguntarse por qué, después de un manejo administrativo tan ineficiente e inmoral, la Universidad de Cartagena aún retiene su acreditación.

“Ser Pilo Paga” es muy costoso

Los críticos coinciden en que el programa, aunque puede cambiar las vidas de algunos jóvenes, resulta demasiado costoso. Sobre todo si se compara el valor total con lo que el gobierno invierte en la educación superior pública del país:

“El valor del programa para 40.000 estudiantes “pilos” para las cuatro cohortes equivale al total de las transferencias que la Nación hace a las universidades públicas en una vigencia: dinero con el que se financia la formación de más de medio millón de estudiantes. Esta cifra supone también una significativa desproporción…”

“…Un impacto de esta naturaleza merece una juiciosa evaluación, pues este tipo de políticas contribuyen a acentuar el centralismo, así como a ‘fortalecer a las fuertes y debilitar a las débiles’, que usualmente son las universidades públicas ubicadas en las regiones más desfavorecidas del país. ¿Es esto equidad para el sector educativo, para las regiones y para los más pobres?” (Asmar y Gómez).

En cifras, es cierto que las becas de los pilos van a costar cerca de 3 billones de pesos durante los 8 ó 9 años de ejecución del programa. Es verdad que esto es igual a lo que la nación transfiere a todas las universidades públicas en un año. Visto así, parece que la  desproporción es inmensa tal como señala la exsubdirectora ICFES. Para ser justos los tres billones hay que contrastarlos con los 24 billones que la nación transferirá a las públicas en los ocho años de Ser Pilo Paga y  al dividir se observa que el gobierno invertirá cerca de 375.000 millones anuales en los “pilos”. Si estos se repartieran en las 32 universidades públicas del país, a cada una le corresponderían menos de 12.000 millones por año. ¿12.000 millones por año son la solución a los problemas de desfinanciación de la educación pública, especialmente considerando casos como el de la Universidad de Cartagena?

Para dimensionar la proporción de estas cifras, hay que considerar que las transferencias anuales del Gobierno a las Universidades Nacional, Valle, Antioquia  suman mas de un billón de pesos al año. No vamos a negar la crisis de financiación de las universidades públicas, ni la gran necesidad de reestructurarlas, pero sí creemos que atacar a Ser Pilo Paga con este argumento es desenfocado y desvía la atención de cosas mucho más urgentes, por ejemplo le necesidad de redireccionar a la educación pública parte de los 12 billones anuales que se gastan en la guerra.

Ser Pilo Paga, en palabras de la Ministra de Educación Gina Parody, no es la política de financiamiento del sistema de educación superior pública. El propósito del programa es dar oportunidad de acceso a educación superior de calidad a los jóvenes más pobres y vulnerables del país. El punto crucial, como afirma Roberto Zarama es la calidad, pues no es justo condenar a los jóvenes talentosos y pilos que se están graduando cada año, a estudiar en universidades de nivel inferior por no tener dinero para pagar una mejor. Y cuando decimos “mejor” no solo nos referimos a las privadas sino, como se vio más arriba, también a las públicas excelentes como la Nacional, Valle o Antioquia, con las que el país por fortuna aún cuenta pero que resultan inaccesibles para la mayoría de la población.

 

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Evaluación en los colegios de Bogotá

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Al pensar en evaluación, inmediatamente la relacionamos con las notas. Las notas no siempre han existido, por supuesto. ¿Se imaginan a Platón “rajándose” con su mito de la caverna, o a Shakespeare obteniendo un 4.8 en un dictado? Probablemente no habríamos conocido sus obras. Antes, la forma de aprender era por medio de discusiones profundas entre mentor y estudiante sobre el área del conocimiento y la misma forma de aprender.

Sólo con el surgimiento de la Revolución Industrial, y con nuestra necesidad de optimizar todos los procesos, surgieron las primeras notas. En esencia, uno pensaría que tienen sentido; es un fin último al cual llegar, sea este fin un 5, un 10 o un “Excelente”. Pero la realidad es que, sin retroalimentación, los estudiantes difícilmente podrán llegar a mejorar y llegar a ese “punto de perfección.” Además de esto, la vida real no se califica con notas, por lo general.

“Obtuviste un 2.5 en dormir a tu niño, y un 5.0 en alimentarlo.” ¿De qué le serviría esto a una mamá que no logra conciliar el sueño cada noche, y no sabe como hacer que su bebé duerma una noche seguida? Es por eso que, alrededor del mundo, muchos sistemas educativos están optando por la evaluación cualitativa, en vez de la cuantitativa. A continuación les damos una guía para diferenciarlas.

  1. Evaluación diagnóstica

Pedagogías como el constructivismo plantean que no todos los estudiantes saben lo mismo. Esto es de esperarse, dadas las diferencias en su entorno familiar, y en su hábitos. Es por esto que, al inicio de un tema o concepto nuevo, los profesores evalúan el conocimiento de sus estudiantes acerca del tema. Esto lo pueden hacer por medio de una lluvia de ideas, un mapa mental, o con estrategias como un muro “KWL”: Que sé (Know), que quiero saber (Want to know), qué aprendí (Learned). A medida que avanzan en el conocimiento, los mismos estudiantes mueven sus preguntas a respuestas, y surgen nuevas preguntas. Esto se puede ver en colegios IB, como The English School, o el Gimnasio Femenino.

  1. Evaluación formativa

A mitad de cualquier proyecto, es bueno hacer una pausa para saber si estamos haciendo bien. Esta es la idea de una evaluación formativa; verifica qué han aprendido los estudiantes del tema visto. En el programa de escuela primaria (PEP) del Bachillerato Internacional, las evaluaciones formativas se hacen a lo largo de una unidad. Por ejemplo, si están viendo una unidad sobre el cambio, una evaluación formativa podría ser organizar el ciclo de vida de una mariposa, para ver cómo cambia a lo largo de su vida. De esta forma, si un estudiante todavía no comprende el ciclo, y confunde una larva con una pupa (levanten la mano todos los que pasarían por esto), el profesor lo retroalimenta, explicándole cómo puede mejorar. Acá pueden ver un ejemplo de una evaluación formativa del colegio San Patricio.

  1. Evaluación sumativa

Aunque en la vida real uno nunca acaba de aprender de un tema (si no, pregúnteles a los científicos qué es un post-doctorado), en el colegio hay un inicio y un cierre. La evaluación sumativa denota un cierre del proceso. Lo ideal es que, así lleve una nota formal, debe ir acompañado de explicaciones, indicando en qué acertó el estudiante, y en qué debe seguir mejorando. Acá pueden ver un ejemplo de una evaluación sumativa del Colegio Tilatá.

  1. Evaluación estandarizada

Es, tal vez, la evaluación más conocida y la más polémica. La mayoría de nuestros lectores habrán presentado por lo menos una de estas pruebas. En Colombia, la más conocida es la prueba SABER 11 (antes conocida como ICFES), pero la verdad es que los estudiantes colombianos presentan hoy en día muchas pruebas estandarizadas: las pruebas SABER 3º, 5º, 7º, 9º, 11º, son obligatorias en todos los colegios. Otros colegios pueden ser seleccionados para presentar las pruebas PISA. Finalmente, los colegios internacionales evalúan el nivel de un segundo o tercer idioma con pruebas internacionales como TOEFL, SAT, DELF, DALF, Celpe BRAS, Cambridge, entre otras.

Acá resumiremos los pros y los contras de este tipo de evaluaciones.

  1. Pros

Permiten una mirada comparativa global. Así, un estudiante que obtiene un 100 en el TOEFL, puede viajar a cualquier lugar del mundo y certificar su dominio del idioma. Dependiendo del examen, existe una correlación entre el desempeño en los exámenes estandarizados y el nivel de éxito profesional de los estudiantes, según la revista Science, puntualmente su desempeño en el postgrado.

Si a la vez, estas pruebas estandarizadas van de la mano con evaluaciones en el salón que reten a los estudiantes, de manera que exijan mayores niveles de comprensión, mejora el desempeño general de os estudiantes. En estudios llevados a cabo en Chicago, se encontró que los estudiantes de 3º, 6º y 8º a quienes los profesores les ponían mayores retos en las evaluaciones de matemáticas e inglés, les iba mejor en la prueba estandarizada de Iowa.

  1. Contras

La mayor protesta en contra del ICFES, por ejemplo, es que, que a un estudiante le vaya bien en la evaluación no demuestra su habilidad en la materia, sino su habilidad para responder el examen. Sin embargo, esto es debatible; Finlandia obtiene sistemáticamente los mejores puestos en las pruebas PISA, pero sus estudiantes nunca presentan ningún tipo de evaluación estandarizada a lo largo de su escolaridad.

Por otro lado, las evaluaciones estandarizadas por lo general son escritas (menos las de idiomas, que pueden tener componentes de comprensión auditiva y de habla). Esto puede facilitar el desempeño de aquellos estudiantes con inteligencia lógica, creativa o visual. Sin embargo, puede poner en desventaja a aquellos estudiantes que son más cinestésicos o interpersonales.

Aunque las pruebas estandarizadas usualmente se perciben como más rigurosas e imparciales, no siempre es así. En estudios realizados para determinar cuál era el mayor predictor del éxito universitario, si las notas del colegio o las de las pruebas estandarizadas, encontraron que las notas del colegio predecían mejor el éxito en la universidad.

Por otro lado, en el caso de las pruebas SABER, aunque el Ministerio de Educación tiene unas pautas de lo que se debe enseñar en cada área del conocimiento, hay colegios que tienen programas internacionales, como AP, IB o Matura, en donde los estudiantes pueden elegir qué materias ver en lo últimos años, razones por la cual su desempeño en la prueba estandarizada puede ser dispareja ; muy buen desempeño en materias en las que profundizó, y menor desempeño en las que no lo hizo.

¿Tener un buen desempeño académico garantiza el éxito?

La mayoría de ustedes probablemente ya respondió en su cabeza “no”. Hoy en día, las empresas más poderosas del mundo, como Google, no se están concentrando en las notas de la universidad, ni de los exámenes estandarizados. El director de recursos humanos, Laszlo Bock, dice que estas no predicen qué tan bien se va a desempeñar una persona dentro de la compañía. Para trabajar en Google, lo más importante es “la habilidad cognitiva, no el cociente intelectual. Es la capacidad de aprendizaje, de procesar sobre la marcha, y conectar diferentes pedazos de información.”

De acuerdo con esto, si se le da retroalimentación a un estudiante, para que este pueda mejorar, en vez de enfocarse en su nota, es posible que se vuelva más flexible y resiliente ante dificultades en su proceso de aprendizaje.

En resumen, la evaluación debe tener un propósito; tanto los estudiantes, como los padres y los profesores deben tener claro en todo momento en donde está el estudiante, y que le falta para llegar a su meta. Es por eso que les recomendamos a los estudiantes apropiarse de su aprendizaje, y cambiar la pregunta ¿Cuánto me falta para pasar? por ¿Qué puedo estudiar para mejorar mi comprensión?